De los pobres y los pijos

De los pobres y los pijos

Los “otros catalanes” llegaban como llegan hoy tantos sin papeles, inseguros de sus derechos y derrotados. Incluso asumían la calificación -en su propio país- de “emigrantes”, esto es, de extranjeros. Algo que no sucedía en otros destinos españoles: nadie emigra desde Zaragoza a Madrid. Los nativos se encargaron de recordarles que no eran verdaderos catalanes, que, si acaso, tenían la obligación moral de “integrarse”, que no eran ciudadanos plenos. Se crearon pseudoproblemas (qué es ser catalán) y se dignificaron entelequias metafísicas (“el catalanismo”). Y ellos, que con Franco nunca había sido ciudadanos, acabaron por creérselos. La anomalía no había muerto con Franco.

El Mundo (4.04.2019)