Tal como éramos, tal como somos
[Crónicas sabatinas] Más acá y por debajo del nacionalismo-secesionismo
“Pero si hay momento que dejó en mí una huella imborrable de valor que alcanzaba hasta la temeridad, de esos que te cuestan la vida, pero no porque te vayan a matar en ese instante, sino porque desde ese momento dejarás de vivir como los demás y serás un enemigo al que hacer pagar tu valor y tu dignidad. Uno fue el de aquellos dos muchachos negros que en los Juegos Olímpicos de México, subidos al podio, oro y bronce respectivamente, se descalzaron, se pusieron un guante negro y levantaron el puño en señal de orgullo militante ante una sociedad literalmente perpleja, que se lo hizo pagar a un costo digno de una dictadura de mediocres, o lo que es lo mismo, de clases medias orgullosas de su estupidez sin paliativos. El otro es el Cassius Clay-Muhammad Alí respondiendo al tribunal militar que le quería llevar a la guerra de Vietnam. “No iré. A mí ningún vietcong me ha llamado nunca negrata”. Le quitaron todo lo que tenía y no sólo los beneficios de su larga carrera deportiva, sino que le retiraron de las competiciones y le robaron hasta los trofeos que había ganado hasta entonces. Hubo de empezar de cero mientras la sociedad de la democracia y la libertad aceptaba inmutable, incluso gozosa, hacerle pagar a aquel negrata arrogante que no era digno de ser admitido, aunque fuera de tapadillo, en una sociedad de blancos” (Gregorio Morán, 2016).
Rebelión (18.06.2016)