Yo no logro ver que la función de una izquierda transformadora pase por reconocer a un irresponsable presidente fugado ni por pactar “mercados de futuro” con alguien visceralmente nacionalista aunque ahora, aparentemente, juegue a ser un político pragmático, de orden y seny, después de haber desencadenado, con la ayuda de muchos de sus colegas de partido y de exclusión, toneladas de rauxa y de haber nombrado nada menos que a alguien de la bajeza poliética de Ernest Maragall como candidato a la alcaldía de Barcelona.
Rebelión (25.10.2018)