La dinámica política española es enormemente destructiva. Hace ya mucho tiempo que en España no hay asuntos de Estado. Ni la cuestión territorial, que hace años debería haber sido motivo de un gran pacto para reformar la Constitución, ni la memoria histórica, que se banaliza hasta límites vergonzosos, ni tampoco nuestra limitada política exterior. Todo se utiliza y se retuerce, como las palabras, para atacar al adversario, aunque la hemeroteca señale clamorosas contradicciones entre lo que se decía cuando se estaba en el Gobierno y lo que se afirma ahora desde la oposición. Por desgracia, todo vale, todo mal.
Crónica Global (21.07.2021)