Cuando al vandalismo lo llamaban libertad de expresión para conseguir la independencia
Choca la escasa o nula memoria de los que no hace tanto tiempo alentaban a expresarse en las calles —sin poner límite a la violencia— para quejarse de la sentencia del ‘procés’
A raíz de la violencia y los disturbios que tuvieron lugar en Barcelona el pasado fin de semana, Ernest Maragall (ERC) no ha tardado en hacer responsable al Ayuntamiento de Barcelona, con su alcaldesa a la cabeza, por incompetente, de los mismos: “En Barcelona se ha sobrepasado todo límite: espacio público desbordado, del incivismo a la delincuencia, autoridad perdida. No es excusa la cantidad ni presencia de no-barceloneses. Gobierno municipal sinónimo de impotencia total. Si no saben asumir responsabilidades que dejen paso a los que sí queremos”. Quiero pensar que además llamó a la alcaldesa.
Al igual que el concejal de ERC, tampoco ha tardado en quejarse la concejala de Junts Elsa Artadi: “Basta de negligencia. La inseguridad en Barcelona está descontrolada por culpa de la incompetencia del gobierno Colau-Collboni. Una vez más son incapaces de velar por la seguridad de nuestros ciudadanos. Todo el apoyo a los afectados. Cabe depurar responsabilidades de inmediato”.
Son muchas reflexiones que surgen tras estos tuits. Obviando, claro está, la primera de ellas: un claro resentimiento por no haber conseguido la alcaldía de la ciudad y que esta quedara en manos de comuns y PSC gracias al apoyo de Manuel Valls y un intento —inviable— de conseguirla a posteriori.
Para empezar, cuesta tomarse en serio a unos políticos que no conocen ni la propia legislación con la que deben trabajar en su comunidad. Porque, no seré yo quien tenga que explicarle a Ernest Maragall ni a Elsa Artadi que la competencia de la Consejería de Interior es de ERC y que, aunque la Guardia Urbana es quien tiene que resolver la situación en la ciudad en primera instancia, cuando esta se desborda son los Mossos quienes deben coger las riendas. Eso, sin olvidar que, desde el inicio de la pandemia, Mossos y Guardia Urbana diseñaron un plan de acción conjunto para colaborar por las noches, especialmente si había incidentes, dado que la brigada antidisturbios mejor dotada es la de Mossos. ¿Es que nos quieren convencer los miembros del Govern de que 40.000 jóvenes concentrados sin cumplir la ley es una cuestión de la Guardia Urbana y no de los Mossos d’Esquadra?
Flaco favor hacen estos políticos a la ciudadanía mintiéndonos. O quizá el favor se lo quieren hacer a su cargo político y a su propia responsabilidad…
Choca también, la escasa, o nula, memoria histórica para con las declaraciones propias, o las de los afines, llamando, hace no tanto tiempo a expresarse en las calles —sin poner límite a la violencia— para quejarse de la sentencia del procés, contra la condena a Pablo Hassel o contra los indultos. Contenedores quemados, hogueras en los chaflanes, violencia callejera, lanzamiento de objetos contra los municipales… en aquellas circunstancias o no hubo crítica, o se hizo con la boca pequeña. No creo yo que unos jóvenes disten muchos de otros, y muchos de ellos recordaron este fin de semana la consigna de Quim Torra de “apreteu, apreteu”, pero aplicado a la litrona. Claro que, a Ernest Maragall le parece que como los participantes de los disturbios de estos días son “no-barcelonins”, y los otros, bajo el curioso nombre de Tsunami Democràtic y envueltos en la estelada, deben ser catalanes de esos “de pura cepa”, a unos se les debe tolerar bien, mientras que a los otros no tanto. Parece que hay contenedores bien quemados y otros mal quemados. Los bien quemados son “luchando por la independencia” y los mal quemados, por la incompetencia de la alcaldesa. Tanto “desobeir” y “apreteu”, parece que la cosa se ha acabado yendo de las manos.
Y no, no me he olvidado de incluir las declaraciones de nuestro molt honorable president, Pere Aragonés i Garcia. Decir, no ha dicho nada. O no ha tenido tiempo, o no ha podido reflexionar, o andaba pensando qué opinar al respecto de los macrobotellones, no creo yo que le parezca una minucia todo esto, (o quizás sí) cuestión de agenda, imagino. Aunque, mientras tanto, sí que ha encontrado tiempo para hacer un viajecito a L’Alger y encontrarse con Puigdemont, tuiteando unas cuantas fotos con las que disimular la fractura que hay entre ERC y Junts. Ya se sabe, tal vez, mantenerse a la sombra de un cadáver político, mientras se negocia en Madrid, quizás acabe suponiendo algún voto más para ERC. Algunos quieren estar, como dice el refrán, “en misa y repicando”. Mientras, Barcelona arde…