Refugiado bueno, refugiado malo
Los ucranianos son las víctimas, y merecen, por tanto, ser recibidos con los brazos abiertos. Pero hasta que la acogida no dependa del color de la piel, la religión o los intereses geopolíticos del momento, tal vez no seamos dignos de llamarnos humanos. Y el rasgamiento de vestiduras de Occidente, por justificado que esté, tendrá inevitablemente el regusto amargo de la hipocresía.
El Triangle (7.04.2022)