No obstante, los partidos y dirigentes independentistas tampoco se gustaron el 6 y 7 de septiembre de 2017, porque la tensión que se vivió en el Parlament fue un reflejo del carácter autoritario de la insurrección que estaban alentando. Vale la pena recordarlo, porque la victoria simbólica que obtuvieron el 1 de octubre, no puede esconder la ignominia democrática de su planteamiento.
Crónica Global (6.09.2022)