Ahora toca hacer las cosas bien, sin atropellar el derecho a la participación parlamentaria de la oposición. Es evidente que la calidad jurídica del actual TC tampoco es la mejor de todos los tiempos. Lo vimos cuando declaró nulo el estado de alarma para hacer frente a la pandemia, dejando como única alternativa el estado de excepción. Fue un auténtico disparate. Hace años que urge una reforma constitucional, pero como vemos es imposible, incluso para asuntos menores, terminológicos o cuestiones que técnicamente no suscitarían muchas discrepancias. Vamos cavando un pozo cada vez más hondo de inoperancia y bloqueo. La mayoría parlamentaria que sostiene al Gobierno no tiene otra que acatar, quejarse sin dramatizar, y entre todos bajar el tono bronco que no sirve para nada.
Crónica Global (21.12.2022)