El presidente del Gobierno podrá tomarse las uvas de 2023 con la satisfacción de haber aprobado tres presupuestos, un montón de medidas y leyes, y haberse situado como unos de los políticos europeos más sólidos que hay
La suerte suele acompañar a los que no son temerosos y Pedro Sánchez es un político tenaz que va a agotar hasta el último día una legislatura por la que muchos no daban un duro cuando empezó. Un Gobierno de coalición débil, el primero en España desde 1977, sustentado en una mayoría parlamentaria cogida con alfileres, ha sobrevivido a circunstancias mundiales y nacionales realmente adversas. Sánchez podrá tomarse las uvas de 2023 con la satisfacción de haber aprobado tres presupuestos, un montón de medidas y leyes, y haberse situado como unos de los políticos europeos más sólidos que hay. 2022 ha sido un buen año para Sánchez, un año de suma y sigue. Ha soldado con plomo los apoyos que recibió en la investidura y está logrando sacar buena nota en la cuestión siempre más delicada para un gobernante, la economía.
El ruido político no está en la inflación (la española es la más baja de la UE) ni en el precio de la energía (un éxito europeo de Sánchez) ni tampoco en las medidas sociales, siempre insuficientes, pero para nada desdeñables, sino en la crisis institucional, del que la derecha le hace responsable. El PP se esfuerza en presentar el ‘sanchismo’ como una amenaza para la democracia constitucional, con acusaciones muy graves, cuando en realidad el origen de todo es la actitud obstruccionista de los populares en la renovación de los órganos constitucionales. Pero la tremenda polarización de las últimas semanas también le beneficia, pues evita el riesgo de fuga de voto socialista moderado hacia los populares, pese a las indigestas concesiones hacia ERC. Y frente a su único rival, Alberto Núñez Feijóo, se crece en cada debate en el Senado, pues al político gallego se le nota falta de preparación. Otra cosa es que, en la primera estación electoral de 2023, las municipales y autonómicas de mayo, las cosas se le pueden torcer mucho. El resultado de 2019 fue muy bueno y el gran problema del PSOE está en Andalucía, donde peligran ciudades importantes como Sevilla y todas las diputaciones. Su mayor baza es Catalunya, con la alcaldía de Barcelona como objetivo posible.