Una lectura marxista de la ceremonia de los Goya

Una lectura marxista de la ceremonia de los Goya

Este cinismo superlativo de una clase pudiente que sermonea a la gente de a pie, este cinismo de los Oscar, los Goya y demás ceremonias y empresas de la cultura hegemónica que ha venido a reconocer estos días que no se premia a alguien por su talento, sino por esgrimir la identidad anticomunitaria correcta, son nuestra tumba.

Supongo que habréis escuchado alguno de los sermones del último aquelarre cultural woke, también conocido como «la gala de los Goya».

Supongo también que habréis escuchado algunas declaraciones de actores y actrices sobre Carlos Gascón / Karla Sofía Gascón; un actor que, ante las evidentes carencias para desarrollar su trabajo, escogió la vía de la «transición de sexo» e ideología para ser (re)conocido fuera de su casa.

Gascón fue uno de los protagonistas de la gala sin haber acudido a ella. Se quedó en su casa pagando la penitencia impuesta por la Santa Inqueersición.

¿El pecado? El señalado por el pontífice Bob Pop: «Karla Sofía Gascón es ahora una señora de Vox».

Resulta que Carlos Gascón, antes de ser «mujer trans y políticamente correcto», escribió una serie de tuits contra el islam, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Carles Puigdemont y no sé cuantas cuestiones y personajes más que pueden ser criticables desde cualquier ideología.

Claro está que Carlos Gascón lo hizo con la zafiedad de quien no sabe fundamentar sus posturas.

Algunos de sus tuits tendrían más sentido que los hubiera escrito hoy, sabedores como somos de lo que el islamismo sentencia para las personas transexuales.

Pero la progresía woke, tan «defensora» de las minorías, calla ante sus peores amenazas. Primera de muchas contradicciones y expresiones de cinismo que hemos visto estos días.

A la progresía woke no se le ocurrió cancelarlo (y tampoco sería lo justo cancelarlo, sino hacerlo concurrir en su categoría) por usurpar el lugar de mujeres actrices en los premios Oscar.

Tampoco por sus declaraciones actuales donde, explicando la relación con su mujer, se inferían comportamientos rayanos en el maltrato psicológico. Los derechos de las mujeres han sido y son la causa más hipócritamente instrumentalizada y pisoteada por esta progresía woke que encumbra a personajes como Gascón e Íñigo Errejón.

No puedo negar el placer que nos produce a las constantemente canceladas por la Santa Inqueersición ver como se revuelven ante sus propias contradicciones, tan bien expresadas en el auge y caída de su nuevo icono trans reconvertido en «señora facha».

Auge y caída promovido por ellos mismos, que sacan el carnet de «mal trans» por no tener las opiniones exigidas.

Un placer fugaz, inmediatamente opacado por la desazón y el enfado que produce saber lo que todo esto supone para la libertad de expresión de todos, por el descrédito y el destrozo que este progrerío insoportable ha provocado a las izquierdas y que ha generado una reacción antiwoke extrema y tan inútil para quienes tenemos como principal preocupación personal y/o política llegar a fin de mes.

Pero los progres son apóstoles del error. No sacan ninguna lectura ni nada enmiendan tras el triunfo en Estados Unidos y otros países de opciones políticas antiwoke que creen que apelar a la «clase trabajadora» es una cosa de comunistas rancios y transnochados que nada tenemos que decir en este mundo.

Fíjense, como los woke mismos.

Pues bien, como apóstoles del error, ahí los tuvieron en su ceremonia de los Goya repitiendo los mismos mantras que generaron toda esta reacción.

Los Javis, por ejemplo, anunciaron su nueva película sobre «un Federico García Lorca queer«.

No contarán la amistad de Lorca con falangistas, o la inmensa riqueza intelectual y artística de un poeta que no permitía ser definido por nadie.

No. Borrarán la homosexualidad de Lorca para reconvertirlo en queer y borrarán su historia para hacerla encajar en lo que su ideario ordena.

Indignarán a muchos y, otra vez, reacción antiwoke que, por exceso, tapa y enfanga a quienes, desde el medio, exigimos verdad y no cuentos.

Otros, en la Gala, se arrancaron con el cántico de «ningún ser humano ilegal». Eso, en una gala repleta de ricos que fortifican sus casas y viven en urbanizaciones valladas. Pero control en las fronteras de la casa de todos, no, porque es racismo.

Este cinismo superlativo de una clase pudiente que sermonea a la gente de a pie, este cinismo de los Oscar, los Goya y demás ceremonias y empresas de la cultura hegemónica que ha venido a reconocer estos días que no se premia a alguien por su talento, sino por esgrimir la identidad anticomunitaria correcta, son nuestra tumba.

Porque la inmensa mayoría de actores cuyas opiniones son ridícula pero convenientemente sobredimensionadas no son la representación de ninguna digna izquierda, sino la perpetuación de la superestructura ideológica que legitima la estructura capitalista interesada en la pugna woke/antiwoke.

Porque sus Goya, sus Oscar y todas sus ceremonias no practican la cultura de la cancelación. Son la cancelación de la cultura.

El Español (10.02.2025)