El maestro que prometió el mar… y encontró el informe PISA
La de maestro es, probablemente, la segunda profesión más importante del mundo, tan sólo superada por la de agricultor, que es quien nos da el pan nuestro de cada día. Los maestros y maestras son los encargados de alimentar el espíritu y la inteligencia de las generaciones futuras, es decir, de alimentar la sociedad del mañana. Pero, para ello, no basta tener un personal docente más o menos vocacional, voluntarioso y entregado: hay que contar también con los medios materiales necesarios –lejos de las drásticas políticas de recortes presupuestarios aplicadas en Cataluña y el resto de España tras la crisis financiera de la banca Lehman Brothers, y que siguen lastrando nuestro sistema educativo–, unas políticas educativas coherentes –sin continuos y bruscos cambios del marco legal como los que lleva años padeciendo el sistema educativo español–, y un proyecto educativo humanista puesto al servicio de la formación integral del alumnado y no puramente de las necesidades económicas de las empresas (como el que están imponiendo a todos los países los organismos económicos internacionales en las últimas décadas), ni mucho menos aún al servicio de un proyecto de construcción nacional identitario como el que marca la agenda educativa en Cataluña desde el Programa 2000 de Jordi Pujol.
Crónica Política (15.12.2023)