Cuando pude ser corresponsal en África
Pasó el tiempo en el que los corresponsales gozaron del insuperable privilegio de la información asimétrica. Nos contaban lo que querían y nadie podía tasar sus informaciones.
Cuando paso por Madrid, los amigos me preguntan por «la situación en Cataluña». Yo, por asegurarme un instante de gloria, ahueco la voz y repentizo cualquier ocurrencia. No sé qué les hace pensar que tengo más información que ellos, sobre todo porque saben que, en mi ciudad, carezco de vida social. A lo sumo, si lo que importa es «el contacto directo con la realidad», podría hablar de mi comunidad de vecinos.