Archivo de la etiqueta: Carmen Domingo

Barcelona, la ciudad que no quiere a los turistas

Barcelona, la ciudad que no quiere a los turistas

El concejal de Ciutat Vella denuncia en las redes sociales que los vecinos han tenido que “sufrir” a los visitantes

Más de dos años sin ellos, sin turistas, digo.

No descubro la sopa de ajo si digo que si la pandemia ha atacado con fuerza a algún sector ha sido al del turismo (la restauración y lo que lleva de la mano, puestos de trabajo incluidos, andan también en ese gremio). Pues bien, parece que al final renace el turismo en nuestra ciudad y esta Semana Santa, tanto hoteles como apartamentos turísticos, a pesar de un tiempo más que regular, han colgado el cartel de completo. Las cifras, han dicho los implicados, rondaban un 90 por ciento de ocupación, recuperando los niveles de antes del Mobile 2020.

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‘Reivindicar el pasado no puede ser rancio’

‘Reivindicar el pasado no puede ser rancio’

Hola, soy Carmen Domingo, periodista en la sección de Opinión de EL PAÍS y escritora. Escribí este artículo en respuesta a esa izquierda posmoderna que llama ‘neorrancios’ a la izquierda tradicional

Hace unos días asistí a una comida en la que nos juntábamos antiguos compañeros del colegio y del instituto. Ni que decir tiene que hace más de 40 años que dejamos aquellas aulas lo que, echen cuentas, el evento me retrotrae a los ochenta. Nada mal.

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Normalidad, solo en agresiones sexuales

Normalidad, solo en agresiones sexuales

Un informe del Clínic establece que el 58% de las agresiones sexuales a mujeres se produjeron en un domicilio y que en el 55% de las jóvenes agredidas de menores de 25 años hubo una sumisión química previa

Parecía que la normalidad iba a estar de vuelta a nuestras vidas en breve. Parecía, pasados casi dos años, que al fin podríamos relacionarnos como antes de aquel ya lejano marzo de 2020, irnos de copas, quedar con amigos, entrar, salir… y no. Bueno, en realidad la normalidad de antaño no ha regresado en líneas general, pero sí lo ha hecho, por desgracia, en violencia machista.

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No cancela quien quiere, sino quien puede

No cancela quien quiere, sino quien puede

Lo políticamente correcto se está convirtiendo más en un instrumento con fines antidemocráticos, que en un instrumento en defensa de minorías y de vulnerables, en algo más peligroso que solidario

La frase del título no es mía, se la escuché a Ana Iris Simón hace unos días en un podcast. Hacía referencia a la cultura de la cancelación, que tan de moda está en estos últimos tiempos, en la que los autodenominados jueces de lo políticamente correcto, desde un determinado sector que se proclama de izquierda, se abalanzan, por lo general en redes sociales, contra una persona por emitir una opinión distinta a la que ellos esperan, que suele ser, a su juicio, no favorable a un colectivo que se presenta como vulnerable.

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¿Se puede incumplir una sentencia?

¿Se puede incumplir una sentencia?

¿Cuál habría sido la reacción si la justicia no hubiera dado la razón a la familia que pedía un 25% de clases en castellano? Se hubiera presentado como una victoria del Govern y del independentismo

La situación que tiene lugar en Cataluña estos días como consecuencia de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, lo que todos conocemos ya como el caso de Canet nos debería llevar hacia una reflexión que va más allá de lo lingüístico y que hace pensar en la falta de conciencia de lo que significa un Estado de derecho, de lo que son los derechos democráticos, por no decir que nos hace pensar que nos encontramos ante un sector de la sociedad que con sus quejas roza lo antidemócrata. Sin embargo, no es una situación endémica de Cataluña, por desgracia se viene repitiendo a lo largo y ancho de nuestra geografía.

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Buena gente que camina

Buena gente que camina

Hoy Madrid está un poco más huérfano, como huérfanos estamos todos sus amigos, todos los que la queremos y la admiramos

Yo no había cumplido treinta años cuando conocí a Almudena Grandes. Rompió uno de esos famosos encierros suyos que hacía cada vez que quería concentrarse y escribir una de sus estupendas novelas, porque quiso presentar el que fue mi primer ensayo. Fue en Rivas-Vaciamadrid, era invierno y hacía mucho frío. Almudena llegó, no lo olvidaré jamás, con esa melena suya negra al viento y un abrigo de piel rojo y su presencia llenó la librería Muga. No nos conocíamos hasta ese momento y nos hicimos amigas ese mismo día. Fue fácil. Tras la presentación unos vinos, unas tapas y literatura, política, feminismo, más política… Y a partir de entonces Madrid no era Madrid si no pasaba por su casa, y así para mí Madrid acabó siendo Almudena, en realidad para mí Madrid siempre será Almudena.

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